Capítulo I: Eugene Joseff, el pionero
Queridos lectores, tengo el gran placer de presentaros hoy el primer capítulo de «el cine y las joyas» una serie temática de artículos sobre un tópico que nos ha fascinado desde siempre: ¡la glamorosa relación entre el cine y las joyas! Hablaré desde este rincón de películas con memorables joyas, de actrices y sus debilidades por coleccionar alhajas, de anécdotas de diferentes épocas del cine, y de joyeros que se especializan hasta el día de hoy en diseñar joyería para el cine, incluídas las más grandes marcas joyeras del momento.
¿Pero por dónde comenzar con tan vasto universo? Pues … ¡por el principio! Dejadme contaros de un pionero en la increíble Hollywood de finales de los años 20: Eugene Joseff quien abandonó Chicago en 1928 para buscar fortuna en California. No olvidemos que era la época de la devastadora depresión. En USA la gente se volcaba para ir a los cines y escapar, al menos por un par de horas, de la realidad. Joseff tenía carisma y se introdujo enseguida en el círculo de trabajadores de la industria cinematográfica.
Uno de sus amigos, Walter Plunket, responsable de diseño de vestuario lo invitó a un set y a una sesión de prueba de ropas de época. Eugene se burló abiertamente de la joyería pensada para el film, ya que era joyería moderna y fuera de lugar tratándose de un film de época. ¿Quién era este joven atrevido que se permitía burlarse abiertamente de los experimentados estilistas de la industria? ¿Y quçe era lo que él propondría para que la joyería no estuviera “fuera de lugar”? Eugene de inmediato respondió que las joyas eran un accesorio fundamental y que en todo caso había que estudiar la posibilidad de crear joyería especial para cada producción, fundamentalmente que estuviera acorde con la época.
En aquellos años eran muchas las actrices que llevaban al set sus propias joyas. Muchas veces las joyas que ellas poseían no tenían nada que ver con la época o el ambiente donde se desarrollaba la escena. Eugene Joseff se encargó de preparar una colección de joyería de diferentes épocas, lógicamente se trataba de metales no preciosos – trabajaba mucho en bronce – y las piedras eran imitaciones de zafiros, diamantes, rubíes, esmeraldas y topacios, pero detrás de cada diseño había una aguda investigación de época. Se volvió un estudioso de la historia joyera, pasó largas horas de museo en museo, leyendo, investigando e informándose meticulosamente sobre el tema.
Se ocupó de mantener contacto regular con los estudios para informarse de cuáles eran las producciones que se estaban iniciando y pedía que le enviaran el script o algunas escenas, luego se presentaba con joyas adecuadas, hechas casi a medida y que expresaban lo que se estaba narrando. Esto produjo un enorme cambio en la historia de los accesorios joyeros en Hollywood, ya que el esplendor de las piezas joyeras que se presentaban era de gran calidad y estudiadamente diseñadas para la producciónn, además de parecer absolutamente auténticas. Por otra parte se las ingenió para crear un baño metálico que otorgaba a las joyas un look de consistencia, una pátina maravillosa que no reflejaba las luces del estudio. Hasta hoy la receta de dicho baño metálico es secreto de la familia Joseff, ha habido inútiles intentos de imitarlo sin los mismos resultados.
Así es como durante los años 30 y 40 Joseff se afirma como joyero de producción cinematográfica. Los más grandes éxitos del momento fueron provistos por Joseff: “Lo que el viento se llevó”, “La heredera”, “Shangai gesture”, “Ziegfeld follies”, “Desert hawk”, “De regreso en la tierra”, como así también „Cleopatra“ o “Ellos las prefieren rubias”. Estamos hablando de mitos tales como Rita Hayworth, Marilyn Monroe, Judy Garland, Bette Davis, Bárbara Stanwyck, Liz Taylor y tantas otras divas del cine.
Las anécdotas son numerosas y todas de lo más graciosas, estas hablan a su vez de la personalidad de sus protagonistas, por ejemplo Liz Taylor afirmó que le habían tomado mal la medida del cinturón dorado en forma de víbora que debía llevar en una túnica de “Cleopatra” y lo que en realidad sucedió es que desde el momento en que le tomaron las medidas y el día en que se debía rodar la escena pasaron seis semanas. Liz Taylor era conocida por la velocidad con que subía de peso, para luego bajarlo abruptamente con una de esas dietas demenciales que eran tan conocidas. La esposa de Eugene y responsable de la empresa por esos años era Joan Joseff a quien, por supuesto, ni se le ocurrió contradecir a la actriz y en el giro de pocas horas se encargó que uno de sus equipos de trabajo alargara el cinturón y lo tuviera listo una hora antes del rodaje de la escena, con una tarjeta en la que pedía disculpas por el “descuido”. Joan cuenta además que hubo que hacer 22 piezas de aretes de perlas de los que usaba Errol Flyn en “Las aventuras de don Juan”, ya que perdió 21 piezas en sus encuentros con diferentes chicas en las pausas…!
El secreto de la empresa fue que Joseff no vendía las joyas sino que las alquilaba. Muchas joyas fueron usadas en distintas películas pero modificadas, las piezas regresaban siempre al depósito joyero de Joseff.
En los años 30 las actrices pedían a Joseff la elaboración de copias de algunas piezas usadas en los filmes y las llevaban durante el desfile de alfombra roja en las premieres o en los Oscars. ¡Eso hoy es absolutamente imposible! A ninguna actriz se le ocurriría ir a una edición de los Oscars con gemas falsas, pero en esa época fue moda, tanto que Joseff comercializó algunas piezas famosas en grandes supermercados a precios que variaban entre $2,50 y $25,00. Muchas mujeres sentían de esa manera “participar” del ambiente dorado del cine a través de estos accesorios.
Efectivamente cuando la moda cambia y el rol de la mujer varía en el cine la empresa Joseff continúa su trabajo proveyendo bisutería para producciones de televisión.
En cualquier caso, incluso a día de hoy, son muchos los espectáculos de teatro y varias las producciones de cine que continúan alquilando bisutería de Joseff, como ejemplo basta citar “Piratas del Caribe” entre una de las más conocidas.
Tras la muerte de Eugene en un accidente aéreo pilotando su propio avión en 1948, la empresa continuó su actividad con la esposa Joan, y se mantiene hasta la fecha en propiedad de la familia Joseff.
Una cosa curiosa es que durante la segunda guerra mundial Joseff implantó una empresa de ensamble metálico de piezas de jet de guerra, que hoy es una de las empresas que aprovisionan la NASA.
¿Os ha gustado el primer capítulo? No os perdáis las próximas entregas: las joyas de Marlene Dietrich, el Diamante azul de Titanic, Joyería de marca en el Gran Gatsby, el diseño de las joyas de Grace Kelly y todavía más… os espero siempre aquí, con una serie de artículos del fascinante mundo del cine y las joyas.
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¡No os perdáis la próxima entrega, os contaré más historias de joyas en el cine!