El diamante de Liz Taylor, nuevamente ella: Bellísima, fascinante y una de las mujeres más cortejadas del mundo. Conocida por su pasión por las joyas, que la llevó a conseguir una colección increíble de piezas únicas, que jamás pasaron desapercibidas.
Una de ellas tuvo particular resonancia y fue el famoso diamante de Liz Taylor que recibió como regalo de su quinto esposo, el actor Richard Burton.
¿El diamante perfecto?
Quién sabe si existe el “Diamante perfecto”. Lo cierto es que el diamante que Richard Burton regaló a Liz Taylor ha quedado en la historia de las divas del cine, como así también en la lista de las más importantes piezas de colección del mundo.
Y seguramente representa uno de los símbolos por excelencia de la promesa de amor: toda historia de amor que se precie sella la promesa con un solitario de diamantes.
Pero la dicotomía amor y diamantes, digamos hoy, – ¡una dicotomía absolutamente perfecta! – no existiría de la misma manera sin la historia romántica de la actriz de los ojos color violeta que robó el corazón del genial actor galés de cine y teatro.
Fueron una de las parejas de oro de Hollywood y su historia de amor fue una de las más bellas y tormentosas que hubo en el mundo de los divos del cine, historia que apasiona desde siempre a sus admiradores. Dos divorcios, una adopción, y el final deseo de ser sepultados juntos.
El diamante que es conocido hoy como el “Taylor-Burton Diamond” lo adquirió Richard Burton en 1969 para regalárselo a Liz Taylor, quién era ya su esposa.
Un diamante talla gota, o pera, de 68 quilates que fue denominado de la manera en que se lo conoce hasta hoy cuando el actor británico lo adquirió. Se sabe que la piedra preciosa fue extraída de la mina Primer Mine en Sudáfrica, en 1966: un diamante en bruto, incoloro de 214 quilates, que fue sucesivamente tallado por el joyero americano Harry Winston.
La primera propietaria del diamante fue Harriet Annenberg Ames en el 1967, la hermana del editor Walter Annenberg, pero a ella la gema le resultó demasiado grande, por lo cual decidió venderla en subasta en Nueva York, a la Maison francesa Cartier. Cartier pagó por el diamante la cifra de 1.050.000 dólares y lo montó en un collar de Diamantes y otras piedras preciosas.
Se cuenta que Richard Burton quiso adquirir la gema durante la subasta pero al no conseguirlo llamó a Cartier transcurriendo un día entero al teléfono para conseguir adquirir el diamante, sin preocuparse por el gasto.Es el caso de remarcarlo: Richard Burton no se fijó en gastos y luego de haber regalado a su mujer, el año anterior, el Krupp Diamond, un anillo de 33,19 quilates, adquirió la joya a Cartier por 1.100.000 dólares, escribiendo años más tarde, en sus memorias, que una joya de semejante esplendor debía pertenecer a una única mujer en el mundo, una mujer de incomparable belleza: Elizabeth Taylor. Y el diamante de Liz Taylor fue bautizado: Taylor-Burton Diamond.
Pero la historia no termina allí: Liz se hizo rehacer un collar a su medida con otros diamantes. Ella llevó la joya en dos ocasiones: en el baile Scorpio, durante una gala al Hotel L’Hermitage de Monte Carlo organizado para festejar los 40 años de la Princesa Grace de Mónaco y a la ceremonia de los Óscars del 1970.
Cuando Richard Burton y Liz se divorciaron, Liz puso en subasta el diamante que fue vendido por 5 millones de dólares y la suma se utilizó en la construcción de un hospital en Botswana.
Lo curioso es que el diamante perfecto, de la perfecta historia de amor, no es llevado por ninguna amada, sino que primero fue adquirido por el joyero de Nueva York Henry Lambert, quién lo vendió a su vez al libanés Robert Mouawad, que lo hace custodiar actualmente en un Museo en Beirut.