La perlas barrocas nos han fascinado desde el principio de los tiempos. Pero, ¿Qué es exactamente una perla barroca? ¿Se puede afirmar que se trata de una auténtica perla?
Las perlas barrocas son, simplemente, perlas irregulares. Asimétricas. Son perlas sin una forma definida. Pueden tener cualquier forma, ya que son formadas naturalmente.
Y al decir esto estamos aclarando que tanto las perlas naturales, o sea sin ninguna injerencia del ser humano, como las perlas cultivadas en granjas de aguas saladas o dulces tienen exactamente al misma estructura. La única diferencia reside en que el elemento que genera el crecimiento de la perla al interno de la ostra en un caso ha entrado por si solo y en el caso de las cultivadas es inserido por la mano del hombre. El proceso es el mismo y el material que las constituye – el nácar – es también el mismo.
Las barrocas se forman en todos los tipos de perlas. No importa si son de agua salada o dulce. Pensemos que hay una infinita variedad de perlas, para mencionar solo algunas os enumero las mas famosas: Australianas, tahitianas, de los mares del sur, japonesas y chinas. Estas a su vez pueden ser blancas, negras, plateadas, doradas o poseer un “oriente” de una coloración muy marcada. Pero hay que remarcar que las perlas barrocas sobre todo se encuentran en agua dulce. Esto se debe a que los moluscos de agua dulce son injertados con un pequeño trozo de mantilla procedente del labio interior de los moluscos y no por una cuenta redonda como ocurre con las Akoya o las Australianas, por ejemplo. Con lo cual, al no haber una cuenta redonda que les dé forma, las perlas crecen libremente dentro de la ostra.
Interesante saber que el 40% de las perlas tahitianas son perlas barrocas.
¿Pero por qué os hablo hoy de las perlas barrocas? Pues bien, las perlas barrocas cada vez están más de moda, ya que con ellas se hacen diseños encantadores. El precio de la perla barroca varía hoy en el mercado, ya que en algunos casos, debido a su calidad y gran tamaño es codiciada por joyeros de excelencia que las incorporan en diseños sofisticados y exóticos. Esto hace que su precio suba notablemente.
Y a propósito de esto hago mención de una interesante entrevista hecha a la australiana Margot McKinney, quién es creadora de joyas y experta en joyería de perlas. Es la representante de la cuarta generación en la joyería familiar, y adquirió de una granja en la península australiana de Gove la friolera cantidad de ¡85.000 perlas barrocas!
“Uno de los más importantes momentos en mi vida de joyera lo viví cuando fui invitada a visitar la granja de cultivo de perlas en la península de Gove” cuenta McKinney “estando en el sitio donde las perlas eran extraídas y viendo una por una salir de las ostras, me sentí cada vez más fascinada y al tercer día me dije que la decisión de seleccionar era demasiado para mi ¡y así decidí comprar todas las perlas!”
Una de las principales características de las perlas barrocas es que no hay dos iguales.
“Cada una de las perlas barrocas ” insiste McKinney “cuenta con su propia personalidad, cada una es diferente, puedo decir que de las 85.000 perlas barrocas puedo tomar siempre la misma y recordar exactamente cuando fue recogida”
Margot McKinney tiene una entera colección con perlas barrocas que la ha llevado a realizar estupendas creaciones. Ella afirma que un collar de perlas ha dejado de significar lo que era en el pasado, hoy muchas mujeres lo usan con estilos diferentes y buscan accesorios con perlas barrocas que acentúen su personalidad.
Las perlas barrocas, que deben su nombre al período de grandes ornamentos, nos han atraído desde hace siglos, basta pensar en la Joya Cunning, que se encuentra en el museo Victoria&Albert o en la famosa perla peregrina que fue llevada por reinas y terminó en la colección de Elizabeth Taylor.
Margot McKinney responde aún con énfasis que el material no lo es todo. Ella asegura que el éxito de sus colecciones consiste en que: “la atención en el detalle ha sido un mantra en la historia joyera de nuestra familia que lleva ya 134 años, al mismo tiempo que saber aprovechar de las buenas oportunidades apenas estas se presentan, sin temer a lo que puede ser visto como un desafío” ¡Y comprar 85.000 perlas sería un desafío para muchos!