Uno de los pueblos precolombinos más fascinantes es el de los Incas. Esta civilización, rica y altamente organizada, ha dejado un alo de magia y misterio en la legendaria historia de la ciudad: El Dorado, con un fabuloso tesoro nunca encontrado a pesar de haber sido buscado por expertos arqueólogos y aventureros.
Es necesario aclarar que los Incas eran expertos en el trabajo tanto del oro como de la plata. El primer metal lo obtuvieron de los ríos de Sandia y Carabaya, también del Apurímac, del Santa, del Macará y del Tumbes.
Los Incas creían que el oro era un metal sagrado enviado por el dios sol Inti. Todas las minas pertenecían al emperador, y el metal que de ellas procedía se guardaba con mucho celo. El oro y la plata se enviaban directamente a Cuzco, y si alguien era sorprendido dejando la ciudad con estos metales, era severamente castigado, en casos extremos con la pena de muerte.
Los artesanos demostraron gran talento en realizar objetos de plata, oro, platino y cobre, como también en la aleación de dichos metales. Los Incas no utilizaban el hierro, no conocían su existencia, pero utilizaban el cobre, el plomo y el estaño, y con ellos realizaban el bronce, que se extendió por todo el imperio y se usócon distintos fines, desde los utensilios de uso cotidiano y ceremonial, hasta para las armas.
La mezcla del metal se realizaba en hornos de gran tamaño, llamados Huarapaya, estos hornos se ubicaban en zonas con mucho viento, con el fin de que el fuego se mantenga siempre encendido. Aparte de la gran cantidad de viento que existía en esa zona, los incas también se ayudaban con la acción de los hombres, que utilizaban largas cañas para soplar en el interior del horno aumentando así la inflamación del fuego.
De este modo los incas orfebres trabajaban con la temperatura ideal en sus hornos. A temperaturas elevadas conseguían fusiones perfectas en sus trabajos.
Los objetos en oro y plata tenían fines ornamentales; hacían joyas en oro, figuras de animales típicos como la llama y máscaras para las momias.
Uno de los métodos empleados para trabajar el oro, la plata y el cobre consistía en martillar el metal hasta obtener finas laminas; Luego se las modelaba, sin emplear el calor.
Otra técnica se lograba vaciando el metal fundido en moldes.
La orfebrería inca nace gracias a los conocimientos que les transmitieron los Chimú, pues ellos fueron quienes aportaron a Cuzco su propia técnica y maestría en este arte. Estos objetos eran muy importantes ya que estaban relacionados con el culto religioso y servían para dar a conocer el rango de la persona que lo usaba. A partir de las joyas y los ornamentos encontrados junto a las momias, los arqueólogos han podido establecer el rango social al que pertenecía cada una de ellas.
El Tesoro desaparecido
Durante la conquista, entre los años 1525 y 1536, los españoles liderados por Francisco Pizarro ejercieron el poder en el territorio donde se encontraba el estado Inca (hoy sur de Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Chile y Argentina – Región andina )
La sed de oro de los conquistadores, en especial de Pizarro no tenía límites y al ver las joyas y los ornamentos en oro creció la leyenda de una ciudad llena de dicho metal, “El Dorado”, y descubrirla se convirtió en la obsesión de muchos. Los conquistadores capturaron al líder máximo Inca Atahualpa y exigieron a sus súbditos una habitación llena de oro para liberarlo. Los otros jefes Incas accedieron a la petición española debido a que para ellos esta era una ínfima cantidad de oro.
Los españoles en lugar de cumplir con lo prometido exigieron aún más oro para dejar al líder en libertad. Intentando recuperar al Inca supremo Atahualpa, los jefes Incas recaudaron una inmensa cantidad de oro traído de las diferentes regiones de todo el imperio. Cuando iban en camino a ceder el tesoro les llegó la noticia que Atahualpa había sido asesinado. Por lo tanto desmantelaron la ciudad de Cuzco, que era la capital de los Incas, y decidieron esconder el tesoro para que no caiga en mano de los verdugos de Atahualpa. Los conquistadores españoles llegaron a la ciudad del Cuzco, y fue grande la sorpresa, cuando encontraron una ciudad vacía y sin tesoros.
En repetidas ocasiones se trató de encontrar el famoso tesoro, no sólo por los conquistadores y soldados españoles, si no también por arqueólogos, historiadores, aventureros y soñadores.
Han pasado varios siglos, y para la humanidad, el oro Inca supuestamente escondido sigue siendo un misterio y un enigma. De acuerdo con numerosas versiones de los indígenas el oro sagrado se pudo ocultar en el volcán El Sangay o en algún área circundante. Los Andes son su residencia, por lo que los incas conocían cada piedra y cada grieta de estas majestuosas montañas.
¡Tal vez su tesoro sigue escondido en algún lugar o algún valle de la Cordillera de los Andes!
En todo caso, si queréis admirar algunas de las joyas de los Incas, podéis visitar la colección del “Museo del Oro” en Lima, Perú. Allí se exponen piezas maravillosas que nos dan cuenta de la habilidad orfebre de ese pueblo.