Entre los pobladores originarios de las Américas, las conchas y los caracoles eran elementos fundamentales para ornamentar joyas y objetos rituales. Las conchas eran consideradas símbolo de fertilidad y regeneración de la vida.
Valores Mágicos
Las conchas y las perlas formaban parte de los ornamentos de los originarios de la Mesoamérica, quienes las tenían en gran estima considerándolas elementos mágicos debido a que provenían del agua, líquido vital en el desarrollo de la vida. Eran símbolos del poder sobrenatural. Se las tenía en la misma consideración que las Piedras Preciosas verdes, como el Jade y la Turquesa y se las combinaba con plumas de pájaros exóticos. “Esto ocasiona un marcador cultural tan importante como la arquitectura o la escritura”, asegura la Dra. Lourdes Suárez Diez, de la Dirección de Etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y agrega que “con conchas se realizaron una serie de utensilios cuyo control lo tuvieron las clases gobernantes: reyes, sacerdotes y militares. Dichos objetos eran símbolos de estatus y hoy a partir de las características de los objetos y joyas se puede definir con exactitud el grado social a quien pertenecían”
Conchas acompañadas de Turquesas se usaron en pectorales, brazaletes, orejeras y pendientes. Iban cosidas en los vestidos o colgaban del borde de los atuendos. Al ser las conchas consideradas como piedras preciosas de alto carácter espiritual se las usaba en atuendos rituales, como por ejemplo el famoso pectoral de Quetzalcóatl (dios azteca), conocido como ‘Joyel del viento’, que llegó a ser símbolo de la divinidad. El uso de las conchas se difunde a lo largo de todo el continente Americano, donde existieron grandes culturas indígenas. Desde los indios de Norteamérica hasta los oriundos de la Patagonia las conchillas estuvieron presentes en los objetos de adorno personal y ritual.
Conchas, el origen de Piedras Preciosas de origen orgánico
No olvidemos que un elemento importante en la joyería de hoy y de todos los tiempos, se extrae justamente de conchillas: el Nácar, también conocido como Madreperla. Este material de origen orgánico se forma en el interior del caparazón de ciertos moluscos, en realidad es una segregación que emiten los moluscos para tapar imperfecciones en su caparazón y para defenderse de elementos extraños. Efectivamente las perlas que se hallan en ciertas conchas son justamente el producto de esta segregación. Este material tiene una iridiscencia muy acentuada en algunas conchas, y se lo considera material precioso, ya que tiene una larga trayectoria dentro del mundo de la joyería. Desde la antigüedad la Madreperla se impuso como ornamento decorativo en joyas y accesorios. Las conchas más codiciadas para la extracción de nácar por su iridiscencia superior y su fuerte tonalidad de colores son las haliótidas, las nautilas y las pintadinas.
El Nácar es complejo de trabajar en joyería a pesar de su antigua tradición. Era muy amado además para la confección de botones y accesorios de gran vestir. Hoy tener botones de nácar no es tan usual. A los más delicados se los usa en Haut Coture, ya que nunca un botón será exactamente igual al otro, siempre tendrán pequeñas diferencias que demuestran ser auténticos productos naturales.
La otra piedra preciosa de origen orgánico con alto índice de iridiscencia es la Ammolita. Está hecha de las conchas fósiles de ammonitas. Se sabe que las ammonitas eran moluscos de grandes dimensiones que vivieron en los océanos antes de la transformación de las plataformas continentales. Sus conchas fosilizadas están compuestas de aragonita que es el mismo mineral que forma tanto el Nácar como las perlas. Es una piedra preciosa muy amada, justamente por su altísima iridiscencia de fuertes colores fosforescentes.