Siempre repito que mi pasión por viajar es inmensa, pero sobre todo por descubrir nuevas aventuras.
Hoy os contaré de mi viaje a Australia. En realidad, contrariamente a otros viajes, éste no fue un viaje programado. ¡Todo lo contrario! La decisión nació casi jugando, primero pareció una idea un poco loca y luego se convirtió en realidad de manera tempestiva.
En esta ocasión me encontraba en Sydney, tierra de canguros, ciudad de las mil sorpresas, con olor a mar y el color del sol, que yo pensaba que estaba completamente alineada a la city occidental y al estereotipo de una ciudad moderna.
Inutil explicar mi sorpresa al descubrir una ciudad totalmente diversa: cosmopolita en el mejor de los sentidos. Un crisol de lenguas, culturas, religiones y colores en un maravilloso intercambio entre lo viejo y lo nuevo, entre lo antiguo y lo moderno, entre vintage y kitch.
No me explayaré ahora en la majestuosidad de la Sydney Opera House, que es uno de los más significativos trabajos arquitectónicos del siglo XX situado en la bahía y patrimonio de la UNESCO, tampoco hablaré aquí de sus playas maravillosas como la Bondi Beach donde llegan surfistas de todo el mundo para cabalgar sobre sus altísimas olas, pero si les comentaría que la palabra “Bondi” es una palabra aborigen que significa: “el agua que se estrella contra las rocas»
Aborigen, es un término de origen latino y que indica los pueblos originarios australianos, y que me ayuda en este momento a introducir mi argumento de hoy: accesorios de joyas tan preciosas como primitivas.
En esta ciudad tan lejana a Europa, en un día grisáceo, decidí dedicar el tiempo a satisfacer mi curiosidad e ir al mercadillo de Sydney. En general, tanto en las ciudades como en los pueblos, los mercados son los sitios donde se respira la atmósfera del lugar. Basta pensar en los mercados de Medio Oriente, en los grandes bazares, donde se comercia de todo y en algunos sitios remotos ¡aún hoy se paga con camellos! Pero regresemos a mi mercado aborigen de Sydney…
Se trata de un mercado cubierto, en el cual se puede adquirir comestibles como así también todo tipo de objetos, incluso los más disparatados.
En ese tiempo yo había desarrollado una gran pasión, que todavía conservo, por los brazaletes bangles, y no hay mejor sitio que el mercado de Sydney para encontrar infinita diversidad de estos adornos. Me puse a la caza de los brazaletes bangles más coloridos y originales para llevarme al viejo continente. Y allí entre un puesto y el otro, uno de exquisiteces, otro de muebles y otro de canguros, finalmente ¡encontré un puestillo con mis adorados bangles de mil colores!
Todavía hoy estoy orgullosa luego de otros innumerables viajes y mil traslados que caracterizan un poco mi vida de nómada, regreso a casa de mis padres y abro con orgullo el cofre de los tesoros australianos: una caja llena de banglets de colores, del amarillo sol al marrón leña, de color marfil, incrustados, labrados, pintados… que maravilla
Historia y tradición
Los brazaletes bangles aparecen como brazaletes rígidos, muy vistosos, grandes, muy chic y con diversos estilos: simples, decorados o revestidos de tela, raso, y otros tejidos. Algunos están adornados con perlas o piedras preciosas.
Se los considera ornamentos tradicionales de las mujeres originarias del Sur de Asia como India, Pakistán y el Bangladesh. Es una tradición muy común que en esos sitios la esposa lleve bangles de cristal en el día de su matrimonio y se dice que la luna de miel termina cuando se rompe el último bangles de cristal.
En el hinduismo los bangles tienen un valor tradicional muy importante; si el día del matrimonio, el brazo de una mujer queda descubierto, o sea no adornado de bangles, se lo considera un mal augurio. Según la tradición existen brazaletes bangles para cada edad, desde el nacimiento hasta la vejez una mujer puede llevar bangles.
Y todo sigue dictámenes bien precisos: los brazaletes bangles de plata y oro son preferibles para una niña. En la religión Sikh, religión monoteísta hindú, el hombre lleva un solo bangle en el brazo, llamado kada o kara y durante la ceremonia el padre de la esposa regala al esposo un kara de acero o hierro.
Para las mujeres Punjabi, el chooda es un set de bnagles blancos y rojos con trabajos en piedras, que se llevan el día del matrimonio y que, según la tradición, la esposa siempre debe recibir los bangles como regalo, y no comprarlos ella misma.
Los primeros brazaletes bangles de los pueblos antiguos estaban hechos con conchas, cobre, bronce, oro, ágata, ámbar, calcedonia y otros materiales y se los encontró en la India. Los bangles representan un accesorio de la tradición joyera hindú.
Se lleva en general dos o más y se pueden usar en uno o en ambos brazos. Muchas mujeres hindúes prefieren combinar bangles de oro o de cristal. Hoy se encuentran de plástico, menos costosos, los de cristal han quedado reservados para las ocasiones festivas como los matrimonios o las fiestas religiosas. Muchos son decorados con perlas, diamantes y piedras preciosas. Sets de bangles de metal precioso como plata u oro producen un tintineo característico. Y esta moda se difundió no solo en India sino en jóvenes de todo el mundo, como artículos de bisutería para obtener el famoso tintineo.