Es curioso como las piedras preciosas juegan un rol importante en lo cotidiano siendo que a veces ni nos damos cuenta. Tengo amigos que no se interesan por piedras preciosas y amigas a las que las joyas les son indiferentes (sí, ¡eso también existe!) Pero todos indefectiblemente conocen las gemas más populares y sin saberlo a ciencia cierta estos elementos están presentes en la vida de todos.
Desde pequeños…
¿Gemas presentes en la vida cotidiana? ¿De qué manera? os preguntaréis. Pues en la Literatura! La presencia de la Piedras Preciosas en la literatura es una constante. No es de sorprenderse, ya que las joyas con gemas constituyen no solo belleza sino implican valor, dinero o riqueza, elementos importantes a la hora de desarrollar una trama. Es así que desde nuestra infancia y adolescencia en cuentos y novelas como “Ali Babá y los cuarenta Ladrones” o la “La Isla del Tesoro”, las Piedras Preciosas nos acompañan.
¿Quién no ha deseado vivamente que D’Artagnan consiguiera regresar a Francia con los dos Diamantes del collar de la Reina? ¿No hemos adorado acaso los largos Collares de Perlas de Daisy Buchanan en “The Great Gatsby?
Son muchas, diversas y de diferentes épocas las novelas en las cuales alguna Piedra Preciosa, una joya, juega un rol esencial. Siempre recuerdo el tan amado “Cien Años de Soledad” del grandioso Gabriel García Márquez, en el cual uno de sus personajes, Melquíades, llevaba un anillo con un enorme Ópalo.
Las piedras preciosas juegan un rol protagonista en algunas leyendas, donde están destinadas a representar o simbolizar algo. Como ejemplo me viene a la mente la antigua leyenda árabe de la piedra común que se disfrazaba de Piedra Preciosa. Un día era una Esmeralda o un Rubí, otro día se disfrazaba de Zafiro, Aguamarina o Turmalina… y era muy talentosa, ya que se comportaba como la gema que estaba imitando y nadie se daba cuenta que era una piedra no preciosa. Hasta que un día la encontró un niño, quién jugando la arrojó con fuerza muy lejos. Cuando la piedra cayó al suelo se rompió y en su interior apareció… un Diamante! Moraleja: es importante lo que llevamos adentro y no nuestra apariencia.
El lenguaje de las Piedras Preciosas
Sucedió también que Las Piedras Preciosas “escribían” ellas mismas mensajes cifrados! En la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX se usó mucho la así llamada “joyería sentimental”. Se regalaba a la persona amada, y en general este amor era un amor secreto, un medallón o camafeo con piedras preciosas engarzadas una al lado de la otra. La persona amada debía de conocer el leguaje de las gemas para poder leer el mensaje. Por ejemplo la palabra Love (amor) era un Lapislázuli, un Ópalo, un Vermeil (nombre que se le daba a los granates rojos) y una Esmeralda o en el caso de Dearest (amada) se usaba Diamante, Esmeralda, Amatista, Rubí, Esmeralda, Sapphire (Zafiro en inglés) y Topacio. Esta palabra escrita en Piedras Preciosas fue hallada en un camafeo a la muerte del Rey George IV de Inglaterra que lo llevaba colgado al cuello, escondido debajo de su camisa, y que contenía además un retrato en miniatura de Mrs. Fitzherbert, ¡su amante más querida!
La leyenda de las Cebollas
Para terminar os dejaré una leyenda muy bonita acerca de una verdura que a primera vista poco tiene que ver con joyas o gemas. Pues bien, ¡os equivocáis! Érase una vez un huerto muy bonito donde crecían cebollas muy bellas y raras, completamente diferentes a las cebollas comunes. Resulta que en el corazón de cada cebolla (¿cómo qué no? Las cebollas tienen también su corazón!) Había una piedra preciosa diferente: un Rubí, una Turmalina, una Citrino, una Esmeralda, una Aguamarina, una Amatista y así sucesivamente. Y cada cebolla crecía con el color de la piedra preciosa que tenía en su corazón. Pero las otras hortalizas y frutas del huerto comenzaron a murmurar que eso no estaba bien y se lamentaban
descaradamente de que esas cebollas eran raras, decían que seguramente serían malas por ser tan diferentes, que nadie las querría y que era una vergüenza tener esas cebollas en el huerto. Fue tan grande el alboroto que las cebollas comenzaron a avergonzarse de sus colores y comenzaron a cubrirse con capas y capas para que nadie notara su color original. Luego de un tiempo llegó un anciano al huerto y se echó a descansar debajo de la sombra de los árboles y al ver las cebollas tan grandes les preguntó cómo es que tenían tantas capas, entonces las cebollas narraron su historia y la tristeza de deber cubrirse con tantas capas para esconder su color, algunas ni siquiera recordaban el color de su corazón de tantas capas que habían creado y el anciano conmovido lloró con cada historia que le contaron la cebollas. Desde entonces, pelar o cortar una cebolla nos hace llorar. ¿No es bonita la historia? Pero lo más bonito de todo es que con las maravillosas Piedras Preciosas de Juwelo ¡si se llora es sólo de alegría! ¡Tanto por su belleza como por sus precios convenientes!