Los pendientes: Historia de un ornamento antiguo, precioso y a veces, algo subestimado.
La punta de diamante de orfebres y joyerías de marca, han sido desde siempre los anillos.
Y sin embargo los pendientes, realizados con piedras preciosas engarzadas en metales igualmente preciosos, se han convertido en piezas de maravillosa joyería, con función ornamental de gran importancia.
Además tienen un origen muy antiguo.
Origen de los pendientes
La belleza de una joya, sea ella un anillo, collar o pendientes, radica no sólo en su manufactura sino también en el origen y en la tradición que cada pieza lleva consigo.
Los pendientes llevan una larga tradición y una historia que se remite a la antigüedad: Se han encontrado indicaciones de su existencia ya en la edad de bronce y luego sucesivamente en numerosas civilizaciones. Es necesario hacer presente, que en modo particular, las primeras civilizaciones, siendo los pendientes un ornamento muy particular, realizados con materiales de diferente tipo y a veces preciosos, eran llevados por las clases más altas como símbolo de riqueza y poder, Además eran llevados principalmente por los hombres: basta retomar la historia de los antiguos egipcios y sus jeroglíficos para entender como las figuras masculinas y los faraones usaban pendientes.
En la antigua Grecia, estas joyas iniciaron a difundirse mayormente entre la población, incluso en clases menos adineradas. Sucesivamente en el medioevo, los pendientes, además de ser un objeto usado por las mujeres, adquirieron un valor precioso en el verdadero sentido de la palabra: para su realización, se emplearon en manera siempre más frecuente, piedras preciosas y perlas. Las gemas preferidas eran las piedras preciosas coloridas y recién al final del 1.700 se introdujo el diamante, que se convirtió en la piedra preciosa por excelencia.
Partiendo de modelos grandes, que han inspirado las actuales joyas con mensaje y que han caracterizado las civilizaciones antiguas, se llega al renacimiento, y con él los pendientes de modelos más pequeños, delicados, incluso a aquellos conocidos hoy como “punto luz”.
Los pendientes de los faraones, efectivamente, estaban constituidos de discos combinados con cadenas.
También los pendientes usados por escritores y nobles, que fueron los primeros en usarlos, eran de gran visibilidad y muy vistosos.
El mismo William Shakespeare llevaba un pendiente en la oreja izquierda: según algunos, para evidenciar la pertenencia a una determinada clase social, según otros, como símbolo de amor, donde la costumbre imponía a ambos enamorados llevar el mismo pendiente.
Volviendo al tema de la moda masculina, marineros y piratas, en libros, historias de aventuras, pero también en documentos que prueban que así sucedía en la realidad, llevaban grandes aretes en forma de círculos que no pasaban para nada inobservados. Para los piratas el gran pendiente de oro macizo funcionaba como “seguro” para una eventual sepultura. Según la creencia, el pendiente se convertía en una recompensa para quienes hubieran sepultado el cuerpo, en la eventualidad de una muerte en batalla.
Por lo que corresponde al lado femenino, todavía hoy en muchas tribus africanas las mujeres llevan pendientes enormes. Círculos, pendientes vistosos en madera y otros materiales, como así también aros que dilatan el lóbulo: siempre según algunas creencias y culturas africanas, el lóbulo dilatado a causa de los aros o pendientes sería símbolo de feminidad. También existe la tradición de que los pendientes alejan el mal, por este motivo las mujeres reciben dieciocho pendientes de regalo antes del matrimonio, que las mismas madres de la novia colocan en los lóbulos de la joven.
Para las culturas del medio oriente, tienen gran valor los pendientes de plata en virtud de este metal precioso, que pareciera tener un significado propiciatorio.
Después de conocer un poco más sobre este fascinante tema: Pendientes: Historia de un ornamento antiguo ¿Cuál es vuestro modelo preferido? ¿En oro o plata? ¿Con qué piedras preciosas?