Filigranas delicadas con motivos floreales en brazaletes, collares, broches, diademas, pendientes, de impactante color negro, hechas en… ¡hierro! Esa fue la moda que se impuso en Berlín – y se lanzó al resto del mundo – entre fines del siglo XVIII y mitad del siglo XIX.
Resulta hoy difícil pensar en hierro como metal precioso para joyería de alta calidad. Se conoce este metal en bisutería moderna, pero resulta más una excepción que la regla. Y sin embargo, en importantes subastas, las joyas auténticas del así llamado “fer de Berlin” alcanzan precios astronómicos.
Os quiero acercar hoy a un estilo de joyería no demasiado conocido en nuestros días pero que marcó una época y dejó huellas indelebles en la historia. Todo comienza con las fundaciones de hierro creadas por Prusia para independizarse de la producción de hierro sueca. Esto sucede en la segunda mitad del 1700. La creatividad de diseñadores y la idea de ofrecer joyería diversificada y que estuviera acorde con la burguesía floreciente de la época hicieron surgir un estilo totalmente nuevo y particular: la joyería en hierro, que fue conocida posteriormente en todo el mundo con su denominación en francés: “Fer de Berlin”.
La simpleza del material, su color oscuro y su aspereza representaban las virtudes que la burguesía prusiana de la época retenía como indispensables: estabilidad, discreción y moderación.
Esto coincidió con un momento histórico del todo particular. Las tropas napoleónicas habían conquistado grandes territorios de Europa. Prusia había sido invadida y en 1806 había caído Berlín en manos de sus conquistadores, sus fundaciones habían sido saqueadas y Napoleón había llevado consigo variados modelos de joyería en hierro a Francia, para iniciar allí la producción. Un período de estancamiento se apoderó de las extensas regiones de Prusia que obviamente incluyó el sector de la joyería.
Prusia reaccionó a partir de 1813 con las guerras de liberación contra Francia. La Princesa Mariana de Prusia apeló en esa ocasión a todas las mujeres prusianas a donar sus joyas. A cambio se les entregaría un anillo o un broche en hierro con la inscripción: “Oro dí a cambio de Hierro”. Y es aquí cuando la joyería en hierro vivencia un verdadero revival y llega a su apogeo. Se puso de moda la así llamada “joyería patriótica” que no era otra cosa que preciosas piezas en hierro, de delicadas filigranas. De esta manera se ostentaba la propia solidaridad, la entrega y la identificación con la causa prusiana. El hierro, conocido por su dureza y su resistencia, lograba simbolizar la tenacidad del pueblo prusiano y su amor por la patria. Es así como el Rey prusiano Federico Guillermo III, inspirado por esta corriente, encargó al artista Karl Friedrich Schinkel el diseño de una condecoración en hierro para los héroes de la liberación. Así nace la famosa “Cruz de Hierro”, condecoración que viene otorgada hasta el día de hoy en Alemania.
La joyería en hierro pasó a ocupar un lugar de privilegio gracias a grandes diseñadores como Moritz Geiss, el mismo Karl Friedrich Schinkel y Siméon Pierre Devaranne, y esta nueva moda se extendió rápidamente por Europa ocasionando una verdadera “fiebre de hierro”.
El trabajo en hierro no era sencillo. Necesitaba no solo de trabajadores de gran talento sino de químicos y moldeadores de arena. Este tipo de objetos se realizaban en proceso de fundición en arena, luego que el hierro en bruto venía derretido en crisol. Para evitar el herrumbre las piezas se trataban con barniz hecho de hollín y aceite de linaza, al evaporarse el aceite quedaba el color negro impregnado en el metal.
Las filigranas representaban ornamentos florales, y algunos elementos usados en la arquitectura gótica. Pero las formas más amadas eran aquellas inspiradas en el típico diseño Biedermaier con sus característicos ramales de rosas y sus canastas de flores.
La joyería en hierro de Berlín estuvo de gran moda hasta mediados del 1800 y se presentó en la Gran Exhibición de Londres en 1851.
El legado en diseños de este exquisito exponente de la joyería ha inspirado e inspira hasta nuestros días a muchos orfebres y estilistas de joyas.