Muchas de nosotras somos “fans” de los Diamantes. ¿Cómo no serlo si se trata de piedras preciosas absolutamente subyugantes? A todas nos gustan los diamantes, si son grandes y de excelente calidad mucho mejor aún… pero a veces subestimamos lo que la luz consigue con ellos.
Piedras preciosas excepcionales
Existen, como vosotros bien sabéis, piedras preciosas excepcionales capaces de cambiar de color, por ejemplo la Alejandrita, una gema que con luz natural tiene tonalidades entre verde y azul y con luz artificial cambia al rojizo o la Zultanita, la Fluorita Cambiante y algunos extremadamente raros especímenes de Zafiros y Granates con esta característica.
Otras piedras preciosas reaccionan a la luz mostrando fosforescencia, o sea que si absorben suficiente luz de día pueden relucir por si solas en la oscuridad, ejemplos de este tipo de gema son la Cuncita y la Apatita.
La luz es mágica
Lo que nunca tomamos en consideración son los cambios que pueden presentar los Diamantes según la luz, el entorno y nosotros mismos. Ellos no cambian de color, ni muestran fosforescencia pero presentan variaciones. ¿Por qué?
La GIA (Instituto Gemológico Americano) ha creado sistemas de evaluación para juzgar la calidad del Diamante. La escala de D a Z indicativa de color y la designación de “Flawless” hasta I3 como claridad proveen criterios objetivos necesarios para evaluar un Diamante de manera adecuada y estandarizada internacionalmente.
La GIA ha estudiado la talla del Diamante durante décadas y ha analizado miles de proporciones antes de introducir su sistema en el 2005. Debía de ser un sistema científico pero al mismo tiempo práctico y aplicable en la industria joyera mundial y accesible al público. Para su desarrollo se tuvieron en cuenta 70.000 observaciones de 2.300 Diamantes en estudios realizados a través de todos los sectores de la industria joyera como así también de las industrias de Diamantes, vendedores, talladores y potenciales compradores.
Considero que el tema de la luz en el Diamante sea un tema interesante ya que no se habla demasiado de esto a la hora de evaluar un Diamante. ¡Craso error! Ya que joyas y diamantes son objetos personales. No olvidemos que los Diamantes en particular se regalan en ocasiones especiales y muchas veces estas ocasiones tienen que ver con nuestro universo sentimental. Por lo tanto la adquisición de un Diamante no solo debe ser evaluada según quilate, tamaño, color y claridad sino que se debería observar en que condiciones el Diamante que se está por adquirir luce mejor.
Diminutos espejos
Para explicar un poco este argumento os invito a observar un Diamante vuestro alargando el brazo. A la distancia, si vuestro Diamante es de buena calidad, tendrá una excelente luminosidad pero a medida que lo acerquéis a vuestros ojos el Diamante os mostrará sombras que se agrandarán cada vez mas. Esto se debe a los cristales que hacen las veces de diminutos espejos y la sombra que veis no es otra cosa que vuestra propia imagen reflejada, aunque no la podáis reconocer.
Conociendo esto podréis entender porqué vuestro Diamante se ve diferente con luz de día o con luz artificial y porqué se muestra diferente observado en un sitio cerrado lleno de objetos de cómo se ve en un gran jardín con amplios espacios abiertos. El Diamante mimetiza y multiplica el entorno, obviamente esto es acentuado según la talla que tenga, por eso os invito a seguir el consejo de la escritora y conocedora de Perlas y Gemas de la GIA (Instituto Gemológico Americano) Kristin Aldridge quién nos regala el siguiente consejo a la hora de adquirir un Diamante: “¡Elegid el Diamante que os gusta más! Luego disfrutad de la aventura de aprender todas las apariencias que vuestro Diamante os regalará según la luz y el sitio donde será observado”