Se lo conoce desde tiempos remotos pero es a mediados del siglo XIX que cobra gran vigencia entre los hombres de campo de las Américas. Los vaqueros del norte y los gauchos del sur lo llevan hasta el día de hoy.
Yo tengo un bello pasador de pañuelos de plata, con un trébol labrado en el centro. Es un objeto antiguo, que data de fines del mil ochocientos, que heredé de mi familia. Se me ha dicho que viene de mi bisabuelo, quién era estanciero en la Patagonia Argentina, y – según la leyenda familiar – se pasaba más de diez horas al día arriba de un caballo.
La cosa es que cada vez que lo llevo no falta quien me pregunte donde lo he adquirido. Es una pequeña alhaja simple, que de todas maneras llama la atención. Y como uno tiene objetos que forman parte de su vida y no les hace demasiado caso nunca me había puesto a investigar la historia de un accesorio que en realidad es poco visto, a pesar que viste maravillosamente y al mismo tiempo es sumamente práctico.
Entonces me di a la investigación y efectivamente hasta fines de XIX se trataba de un accesorio de uso exclusivamente masculino. No es claro de dónde viene su origen pero aparece ya a inicios del siglo XIX en algunas descripciones de los hombres de campo de las Provincias Unidas del Río de La Plata (lo que hoy es Argentina y Uruguay), como así también en los colonos del oeste norteamericano.
Estos hombres tenían en común andar grandes distancias a caballo y el pañuelo al cuello era un accesorio de extrema importancia. Se le daba diferentes usos, desde absorber el sudor, usarlo para sujetar cosas, taparse la nariz y la boca durante las ventiscas o las tormentas de nieve o simplemente como trapo para quitarse el polvo de la larga cabalgata a la hora de ingresar en algún sitio. – Bueno, en las películas de vaqueros los hemos visto asaltar trenes y bancos con el pañuelo tapándoles las caras, pero eso pertenece más a la leyenda hollywoodiana que a la historia que aquí me refiero -. Era entonces importante contar con un pasador que permitiera con facilidad y rapidez quitar el pañuelo y volverlo a colocar, pero además había que conseguir mantenerlo sujeto al cuello firmemente para no perderlo durante la cabalgata. Si se ajusta el pañuelo al cuello con un nudo habría que hacerlo ceñido para evitar que se afloje y se pierda durante el galope. Un nudo ceñido es difícil de aflojar en poco tiempo sobre un caballo y no resulta práctico. ¡Imaginaos un duro vaquero o un gaucho de las pampas atando y desatando nudillos arriba de un caballo! Allí es que entra el pasador en juego.
El modelo típico del pasador de pañuelo, en ambas latitudes, consiste en tres argollas pequeñas entrelazadas o fundidas entre sí a manera de pirámide, de manera que los dos extremos del pañuelo entraran por una de las argollas y salieran separados por las dos restantes. Así de simple y así de práctico.
Los pasadores del norte que llevaban los vaqueros, eran en general más grandes y muy vistosos, los más lujosos contaban con preciosas decoraciones en oro, plata y turquesa representando cuernos de búfalos o búfalos de cuerpo entero. Se los ostentaba como símbolo de estatus y eran indicador de la riqueza de su propietario.
En el hemisferio sur, en las pampas argentinas y uruguayas los más antiguos estaban decorados con una moneda de plata (las monedas de plata se solían llevar además en la cintura o cinturón que ajustaba el ancho pantalón del gaucho). Los hay también con imágenes de caballos o con el trébol de cuatro hojas (como el que tengo yo). El trébol de cuatro hojas trae buena suerte y el caballo simboliza la amistad.
Con el pasar de los años las mujeres subieron a los caballos y comenzaron a emprender también ellas largas cabalgatas con lo que el pañuelo se convirtió también para ellas en compañero indispensable. Pero con el tiempo el pañuelo de seda al cuello, largo y delicado es un accesorio infaltable en la indumentaria femenina – (y no tienen nada que ver con caballos, campo o largas galopeadas). Es común usarlos con broches – y en algunos casos – también con pasadores. Es así que este accesorio hoy es usado por la mujer en la vida diaria. Por el contrario solo en ciertos sitios del Texas y Arizona se ven hombres con pañuelo al cuello con pasadores a la “vieja escuela” y lo mismo vale para algunas zonas rurales de Argentina y Uruguay. Yo continúo usando el mío y me gustaría mucho encontrar algunos que llevaran bonitas Piedras Preciosas, pero hasta la fecha no he encontrado ninguno de esas características… ¡Seguiré buscando y si los encuentro os lo indico de inmediato!