¿Cual fue el primer “joyero”? Imposible saberlo. Pero lo que si es mundialmente conocido es que Mellerio dits Meller es el joyero más antiguo mundialmente conocido.
Las joyas nos acompañan – existen – desde que existe la humanidad. Conocemos accesorios decorativos del paleolítico, que se muestran en museos y que ejercen sobre nosotros ese embrujo de todo lo que tiene que ver con nuestros orígenes.
En algún momento, realizar estos elementos se convirtió en una profesión, nadie sabe con exactitud cuando esto sucedió. Tampoco se conoce quién fue el primero. Pero lo que si sabemos, y de eso se trata este artículo, es que hay una joyería en París, que es conocida por ser la joyería más antigua del mundo. Y estamos hablando de varios siglos y de más de 12 generaciones de joyeros en la familia. La joyera en cuestión es la prestigiosa “Mellerio dits Meller”.
La historia no comienza en Francia. La familia Mellerio vivía en el siglo XVI aún en su tierra natal, la villa de Craveggia, en las inmediaciones del Lago Maggiore, Italia. En esa época muchas familias emigraban temporalmente a Francia y a Alemania. Así fue el caso de los Mellerio, que se dedicaban al deshollinado y a vender pequeños adornos realizados con materiales sencillos.
La familia y su pequeña empresa artesanal consiguió establecerse en Francia. En 1613 Jean-Marie Mellerio ocupaba un puesto en el ‘consejo de la comunidad lombarda’ en París. Sucedió en ese año algo que cambiaría su vida y la historia de su familia para siempre. Uno de los deshollinadores italianos ocupado en el palacio del Louvre escuchó por casualidad a un grupo de nobles conspirando para matar al rey Luis XVIII. De inmediato informó al consejo de tan grave complot y Mellerio no dudó ni un instante en ponerse en contacto con María de Médici, que era la madre del rey y la cual era también de origen italiano. En el último momento se pudo desvelar el atentado y salvar de esta manera la vida del monarca.
María de Medici se mostró enormemente reconocida con los inmigrantes lombardos, especialmente con los Mellerio y en agradecimiento concedió a la familia el privilegio de vender en exclusiva y en todo el territorio de Francia bajo la protección del rey objetos de cristal y otras piezas decorativas de valor. Ese fue el inicio de una historia que continuó hasta nuestros días, la historia de los joyeros “Mellerio dits Meller” (que literalmente significa: ‘Mellerio dicho Meller’)
El privilegio real se repitió en 1645, 1716 y 1756 debido a la excelente calidad de los productos ofrecidos por la casa joyera. Su lema era: “Bene Agendo No Timeas”, o sea “Actuando bien no hay nada que temer “ y sus pilares de pensamiento estaban basados en el respeto a las tradiciones, a la familia, a la fe en la religión y la defensa de Francia sin olvidar sus orígenes italianos. Esto les dio una determinada independencia ante los problemas políticos y económicos de Francia.
La familia tuvo muchos miembros ilustres a lo largo de su historia, no olvidemos que Francois Mellerio (1772-1843) fue nombrado caballero por el Emperador de Austria y convertiría su empresa en sinónimo de calidad y lujo extremo en Europa. Entre sus clientes se encontraban: María Antonieta, las reinas de Bélgica, Suecia y Gran Bretaña, la emperatriz Josefina, Charles Maurice de Talleyrand e innumerables miembros de la aristocracia rusa, alemana e italiana. Junto a su hermano Jean-Jacques y gracias a un espíritu comercial inteligente fue capaz de afrontar y salir indemne de los momentos mas turbulentos para un joyero en la historia de Francia: la Revolución de 1789, la Monarquía de Julio y los Cien Días. A su muerte sus hijos Jean-Francois y Antoine heredarían una compañía familiar que se había convertido en una de las joyerías mas famosas del continente y a la que era habitual que todo visitante de Paris acudiera a su sede en el 9 de la Rue de la Paix, ya sea para admirar – o en caso que el bolsillo lo permitiera – adquirir alguna de sus joyas.
Sus sucesores continuaron con la tradición y desarrollaron una función clave en la creación del Gremio de Joyeros franceses. Además era la época en la que se revalorizaban las joyas creadas antes de la revolución francesa, lo que favorecería el negocio de los Mellerio en manera excepcional.
Ya en 1850 abrieron una sucursal en Madrid iniciando un camino internacional que establecería la empresa en diferentes ciudades del mundo. Entre las obras maestras creadas para la corte española es de destacar la tiara de Diamantes en forma de conchas y perlas para la infanta Isabel.
Dicha tiara pertenece a las joyas de la corona española y actualmente se la hemos visto a la reina Sofía en varias oportunidades. De esta misma época es la diadema Mellerio, que luciera la reina Margarita Teresa de Saboya al casarse con el príncipe Humberto. Se trata de una de las piezas más emblemáticas de la época y está considerada una suerte de exaltación poética del estilo naturalista en boga en aquellos años.
A fines del siglo XIX sería la corona holandesa la siguiente en encargar joyas fastuosas a los Mellerio. En la navidad de 1888 el rey Guillermo III regalaría a su esposa Emma un fabuloso set de Piedras Preciosas, compuesto de 36 Rubíes, que incluye la Famosa Tiara de Rubíes (Reina Máxima luce la Taira y el set completo en ocasiones excepcionales)
En el siglo XX de la mano de Charles Mellerio vemos a la empresa involucrada en la creación de importantes trofeos deportivos como la copa de Roland Garros, la mítica Copa de los Mosqueteros o el Balón de Oro.
El año pasado festejando el 400 aniversario, la firma rindió tributo a su primera gran clienta la reina María de Médici, con una colección de alta joyería creada por la famosa diseñadora canadiense Edéenne formada por dos collares y un par de pendientes: el collar Dentelles de Lys, en el que un diamante amarillo toma el protagonismo del conjunto, el collar Éclats de Lys, que presenta ocho posibles posiciones y que incluso puede ser usado como brazalete y finalmente los pendientes a juego con el primero de los collares.
Para esta ocasión la empresa publicó un catálogo con maravillosos dibujos y diseños de las diversas épocas de la joyería Mellerio dits Meller. Para quienes amamos las joyas y sus historias este catálogo es absolutamente deseado. Yo no lo he conseguido todavía pero le he hecho saber a mi esposo cuanto me gustaría poseerlo… ¡veremos si resulta!