“No Dior, No Dietrich”. La frase se hizo famosa. La dijo Marlene Dietrich en las negociaciones para la película de Alfred Hitchcok “Stage Fright” de 1950. Solo aceptaba actuar en ella si de su vestuario se ocupaba el famoso diseñador. Hitchcock aceptó los caprichos de Marlene, pues él sabía que ese “glamour” ayudaría a su film.
En esos años, Marlene Dietrich se había convertido en una diva de Hollywood y su estilo era moda.
Ella tenía una particular pasión por las joyas. Tal vez era algo que corría en sus venas desde que era pequeña en el Berlín de los años veinte. La madre de la diva alemana, fue propietaria de una joyería en “Unten den Linden” la calle más de moda en la efervescente capital.
Marlene Dietrich coleccionaba joyas, muchas de las cuales fueron un regalo de sus admiradores y novios. Como el magnífico broche en forma de rosa de platino y diamantes. Era uno de los broches favoritos de Marlene Dietrich . Se lo había regalado en 1930 el director de cine Josef von Sternberg a quien Marlene debía el lanzamiento de su carrera al cine internacional.
Según su familia, Dietrich lo usó en varias películas aclamadas como The Blue Angel y Shanghai Express, y en distintos eventos con jefes de Estado, celebridades y expertos de Hollywood.
Sin duda la estrella de cine demostró ser una coleccionista muy experta y sensible.
Marlene no solo era famosa por su trabajo actoral sino también por su estilo y sus joyas maravillosas que ella sabía combinar a la perfección. Hollywood la seguía hasta en los más mínimos detalles y su estilo creaba tendencia. Muchas de sus joyas fueron hechas por encargo especial a los joyeros de renombre como Paul Flato, Fulco di Verdura, Mauboussin y Van Cleef & Arpels.
La famosa diva ponía como condición en las películas en las que trabajaba, el elegir personalmente su vestuario y sus joyas. Para ello recurría a su magnífica colección.
Es de destacar que ella representaba la excepción y la regla, en una Hollywood acostumbrada a lucir diseños opulentos pero no preciosos, con enormes piedras que no eran verdaderas.
Una de las mas notables joyas que aparecieron en sus películas fue una pulsera jarretière de rubíes y diamantes hecha por Van Cleef & Arpels en 1937.
Considerada una obra maestra del diseño de los años 30, el brazalete fué encargado por Dietrich a sugerencia de Erich Maria Remarque, un amigo cercano y compañero en el momento. Remarque propuso que se combinaran distintas piezas de la joyería de la actriz para crear una pieza fabulosa. Varias joyas fueron desmontadas y reconstruidas en la pulsera icónica. Como amigo personal de Dietrich y diseñador de la pulsera, Louis Arpels se aseguró de que el producto final no la defraudara.
Compuesto por un gran lazo adornado con hileras concéntricas de rubíes en forma de cojín, rodeado de diamantes en talla baguette y redondos, la pulsera se convirtió en una de las creaciones mas emblemáticas de Luis Arpels. Dietrich, amó la pieza y la hizo parte de su vida. En varias fotografías de la época aparece con la joya y además la luce en la película de Alfred Hitchcock “Stage Fright” de 1950.
En la América de la inmediata postguerra, la situación cambió en Hollywood. Ya no era popular hacer ostentación de lujo. Marlene decidió conservar sus joyas en la caja de seguridad de un banco. Además, era poco seguro tener joyas de valor incalculable en casa.
Una curiosa anécdota cuenta, que una vez al hornear un pastel en casa de Katherine Cornell, Marlene pensó que había perdido su anillo de esmeralda cabuchón de 37,41 quilates en la cocina. La casa fue puesta patas para arriba, pero el anillo no se pudo encontrar. Fue durante el postre cuando uno de los invitados a la cen, descubrió el anillo ¡dentro de un pedazo de la torta!
Como los tiempos y los gustos cambian, también lo hizo el estilo de vida de Marlene. La mujer fatal, ya no se mostraba con vestidos de lentejuelas y joyas de diamantes. Ese período de su vida había pasado.
Por otra parte, sus circunstancias económicas, la obligaron a vender el más valioso de sus activos: sus joyas.
En 1987, la actriz de 86 años de edad, subastó ocho artículos en Christie’s. El total de la venta de fue de $ 81.500.
Marlene Dietrich murió en París el 6 de mayo de 1992 a la edad de 90 años. De su famosa colección solo había quedado una joya, quizás la más apreciada: el brazalete de rubíes y diamantes, la obra maestra de Van Cleef & Arpels.
La pieza fue vendida en octubre de 1992 por Sotherby’s New York a un coleccionista privado por $990,000.
¡Siempre adoré a la actriz y la imagen de Marlene Dietrich! Me encantó investigar acerca de su amor por las joyas, ella prefería sobre todo los diseños originales y extravagantes, acordes en buena medida a su personalidad.
No os perdáis la próxima entrega de la serie “El Cine y las Joyas”. ¡Aquí la cita en el blog de joyas de Juwelo!