Por primera vez se habló de “joyería moderna” en el mundo a partir de una de las exhibiciones más impresionantes y exuberantes de la historia que tuvo lugar en 1961 en Londres: The International Exhibition of Modern Jewellery y fue organizada por la Worshipful Company of Goldsmiths y el Museo de Artes decorativas V&A.
La exposición cubrió varias décadas de arte orfebre: desde 1890 hasta 1961, con alrededor de 1000 exponentes representando una enorme variedad de diseños en joyería incluyendo el primer show londinense de las obras maestras de la Colección Gulbenkian de la joyería de Lalique.
El espíritu de la exhibición era demostrar el potencial artístico que ofrecía la orfebrería y también para revertir el receso del mercado de joyas en Gran Bretaña ocasionado por la segunda guerra mundial debido a las medidas de austeridad que reinaron durante e inmediatamente luego del conflicto bélico en ese país y a los enormes impuestos que se aplicaron a los objetos de lujo.
La exhibición entonces ponía su énfasis fundamentalmente en la joyería contemporánea europea y de América del Norte aunque fueron representados países muy distantes como Australia, Bolivia e India entre ellos.
La joyería mundial de diamantes se dio cita allí con nombres como Gilbert Albert, Patek Philippe, Harry Winston, y todas las grandes firmas europeas no dejaron de asistir a la cita. Pero una de las características que hizo de esta exhibición algo absolutamente original y que la hizo conseguir la espectacularidad requerida para un evento de estas magnitudes fue la presentación de trabajos con diseños hechos por artistas y escultores famosos. Es así como se pudieron admirar trabajos realizados y diseñados en las últimas décadas por figuras como Jean Arp, Alexander Calder, Giorgio de Chirico, Salvador Dalí, Max Ernst, Alberto Giacometti, Pablo Picasso e Yves Tanguy.
Para que el desafío fuera completo se invitaron a participar a varios artistas británicos contemporáneos, enviándoles una caja de fósforos con cera dentro para que moldearan en ella una joya que luego sería plasmada en el metal de su preferencia por los organizadores de la exposición. Estas piezas artísticas, algunas de ellas con texturas ásperas y pesadas adhirieron una nueva y fascinante dimensión a la muestra poniendo en relieve la importancia de la creatividad, más allá del material en el que fueran realizadas las joyas.
Demás está decir que el éxito y sobre todo la resonancia obtenida por esta exhibición han quedado hasta hoy como punto de referencia para todo lo que sucedió posteriormente en joyería contemporánea.
La exhibición dio una importante lección al dar espacio a la joyería alternativa y ayudando de esta manera a establecerse definitivamente la posición de los artistas joyeros emergentes. A través de Europa nombres como Friedrich Becker, Torun Bülow Hübe, John Donald, Gerda Flöckinger y E.R. Nele establecieron pequeños talleres en los cuales desarrollaron el trabajo de diseño y elaboración de sus propias colecciones.
El efecto de la Exhibición Internacional de Joyería Moderna de 1961 aportó un vital estímulo a la joyería artística. Toda una generación de estudiantes tomó como referencia dicho evento para innovar con ideas diferentes y materiales inusuales el magnífico arte orfebre.
Actualmente también podemos visitar la exhibición «La Pirámide de la Esperanza«, la colección de diamantes coloridos más grande en el mundo, en el Natural History Museum en Londres.