El joyero de la reina de España cuenta con siete diademas. Pero se dice que cada diadema tiene un ranking de importancia y según el género del acontecimiento al que se deba participar es que se usará la tiara adecuada. Pero vamos a ver, ¿Cuáles son las siete diademas de la corona española?
La más importante de todas es la diadema “Flor de Lis”, le sigue en importancia la diadema “La Chata”, en tercer lugar está la “Diadema Prusiana” y luego vienen la “Diadema Rusa”, la “Diadema”, la “Diadema Princesa” y la “Diadema Floreal”.
Yo sería de la idea que tanto la reina como las princesas y damas reales pueden elegir alegremente qué diademas llevar según como se sientan de humor, como hacemos nosotras con nuestras joyas.
Pero pareciera que no ¡qué va! En el caso de las joyas reales todo tiene su protocolo, totalmente incomprensible para nosotros normales mortales. Sé que la cosa es mucho más complicada.
Eso sí, no me preguntéis cuán complicada es porque no tengo la menor idea. Pero lo que si os puedo comentar son algunos detalles de cada una de las diademas mencionadas:
La “Flor de Liz” que es la tiara de las reinas de España. Montada en platino y brillantes, fue creada por el joyero madrileño Ansorena en el año 1906. Fue el regalo de Alfonso XII a su prometida la princesa Victoria Eugenia de Battemberg, quién la lució el día que contrajo matrimonio con don Alfonso (31 de mayo de 1906).
Es símbolo y emblema de la casa de Borbón, se la usa, entre otros acontecimientos, para remarcar la importancia que la Casa Real quiere mostrar a ciertas visitas de Estado.
Esta joya está formada por tres flores de lis en forma de cestillo, la más grande de ellas en la zona central, igualmente de platino y engastada de diamantes (el central es 10 quilates). Es la joya que la reina Ena lució en los retratos que le hicieron Joaquín Soroya y Phillip de Lazslo, entre otros. Está unida por roleos y hojas vegetales de diamantes.
La primera vez que la reina Sofía lució la „Flor de Liz“ fue en marzo de 1983 con motivo de una visita de estado de los reyes suecos. El día de su despedida en el trono, tras 39 años, la mujer de Juan Carlos también llevó la misma tiara.
La diadema “La Chata” debe su nombre a quién fue su primera dueña: Isabel de Borbón, quién debido a su pequeña nariz el pueblo la había apodado rápidamente «La Chata» y este sería el nombre por el que se la conocería en todo el país. La diadema, creada por la prestigiosa joyería Mellerio de París, está hecha en platino, brillantes y perlas. Tiene forma de conchas en pavee de diamantes y varias perlas aperilladas y diamantes colgando, en el centro pende otro diamante. Representa la espuma de una ola con gotas de perlas y diamantes, por ello la Infanta Isabel la llamaba la «Diadema de las Conchas».
La reina Isabel II de España, compraría la tiara en 1868 como regalo de bodas a su hija Isabel. La Chata dejaría la tiara en herencia a su sobrino el rey Alfonso XIII, y éste a su vez a don Juan, por ello sería lucida en alguna ocasión por la reina Victoria Eugenia y por la condesa de Barcelona.
Los condes de Barcelona, regalarían la diadema a la princesa Sofía de Grecia con motivo de su boda con el príncipe Juan Carlos. La princesa la lucirá por primera vez en la gala previa a su boda, en el Palacio Real de Atenas.
La „Diadema Prusiana“ es de estilo neoclásico y línea helénica, confeccionada en Berlín por el joyero Koch, en platino y diamantes y consiste en dos bandas: la superior con hojas de laurel y la inferior con la greca griega de la larga vida, y ambas separadas por una hilera de barras cuajadas de brillantes, en el centro cuelga un diamante en forma de lágrima que oscila con el movimiento. Fue un regalo del Káiser Guillermo II y de la emperatriz Victoria Augusta a su única hija, la princesa Victoria Luisa de Prusia, con motivo de su boda con el príncipe Ernesto de Hannover en mayo de 1913.
La princesa Victoria Luisa, entregaría la diadema también a su única hija, la princesa Federica de Hannover, que en 1938, se casaría con el futuro rey Pablo I de Grecia. La reina Federíca, a su vez, 18 años después, regalaría la tiara a su hija mayor, la princesa Sofía al cumplir su mayoría de edad. Y sería esta tiara, la que doña Sofía escogería para lucirla el día de su boda, el 14 de mayo de 1962, sujetando el mismo velo nupcial que llevó su madre para igual ocasión.
La „Diadema Rusa“ realizada en platino, perlas y diamantes, fue diseñada para Cristina de Austria, reina regente de España. Al fallecer, la joya pasó a manos de su hijo, el rey Alfonso XIII, quien la mantuvo guardada hasta que la cedió, como regalo de bodas, a su futura nuera, la princesa María de la Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans. Tras el fallecimiento de la condesa de Barcelona, el rey Juan Carlos llegaría a un acuerdo con sus hermanas, las infantas Pilar y Margarita, para quedársela.
La „Diadema Cartier“ como su mismo nombre indica fue diseñada por el famosos joyero Cartier para la reina Victoria Eugenia de España. Realizada en perlas y brillantes está inspirada en motivos egipcios. En su lecho de muerte, la soberana decidió regalársela a su hija Cristina. El rey Juan Carlos compró la diadema a su tía y se la regaló a Sofía. La última vez que fue vista fue en Estocolmo, en la boda de de la princesa de Suecia y en esa ocasión la lucía la infanta Cristina.
La „Diadema Princesa“ está valorada en 50.000 euros y permaneció guardada en un joyero de 2007 hasta abril de 2015 cuando Letizia decidió mostrarla ante los representantes reales de medio mundo que se reunieron para celebrar el 75 cumpleaños de la reina Margarita de Dinamarca. Hasta entonces no la había sacado del joyero real como gesto de austeridad por la situación económica que vivía España en aquel momento.
Felipe VI se la regaló a su esposa con motivo de su segundo aniversario de matrimonio y fue fabricada en la misma joyería que la tiara „Flor de Lis“. Está compuesta por 450 diamantes talla brillante y cinco pares de perlas australianas.
La „Diadema Floreal“ fue el regalo que hizo Franco a la entonces princesa Sofía en el día de su casamiento con Juan Carlos. Lo curioso de esta tirara es que es multiusos y se puede convertir en collar o en tres broches. De hecho, la primera vez que Sofía la mostró fue en forma de gargantilla en la gala previa a su enlace matrimonial.
La infanta Cristina también se la puso el día de su boda con Iñaki Urdangarin (49) sujetando su velo nupcial. Pero sin duda alguna, quien más veces la usado ha sido la reina Letizia: en recepciones, bodas reales o en visitas de Estado.
La „Diadema Cartier“ y la „Diadema Rusa“ son las dos joyas que la Letizia aún no ha lucido en ningún acto público, es de preguntarse cuáles son los criterios para elegir, en qué situación llevar cierta diadema… ¡Pues allí no tengo la respuesta, en realidad creo que eso sólo lo saben las reinas y las princesas!