La historia de los Tudor es casi una telenovela. No en vano se han hecho tantas películas y series que cuentan las peripecias de una dinastía que dejó sentada una marca indeleble en la historia de Inglaterra y de lo que hoy conocemos como el Reino Unido.
No solo dejó marca en el país, sino en la historia de las piedras preciosas también. ¿Ya conoces la historia de los famosos Rubíes de Enrique VIII?
Las joyas tanto de Enrique VIII como de su hija, la legendaria soberana Isabel I de Inglaterra han sido fundamentales accesorios con los que ambos monarcas demostraban su poder y su grandiosidad desde la iconografía pictórica. En el caso de Enrique VIII fueron los Rubíes y en Isabel I las Perlas.
Enrique VIII fue sin duda y queda hasta hoy un personaje misterioso y enigmático. Siendo rey afirmó el poder conquistado por su padre y rompió con la poderosa iglesia conducida desde Roma creando la nueva corriente eclesiástica que hasta el día de hoy se conoce como “iglesia anglicana” .
Es conocido como personaje carismático y contradictorio y pasó a la historia, entre otras cosas, por haber tenido seis esposas, que se sucedieron en un torbellino de intrigas, amoríos, adulterios y demás escándalos. Dos de ellas, Ana Bolena y Catherine Howard, terminaron incluso en el patíbulo.
Fue Hans Holbein el joven, un excelente pintor alemán quién consiguió inmortalizar la figura de Enrique VIII.
Uno de los retratos fue realizado como mural de los aposentos privados del Palacio de Whitenhall, residencia imperial de Enrique VIII y su entonces flamante nueva esposa Jane Seymour.
Se cree que el mural fue dado en encargo por el soberano para festejar el nacimiento de su primer hijo varón y se calcula que fue realizado alrededor de 1537. El mural original fue destruido en un incendio en 1696, pero afortunadamente había sido copiado por otros pintores, quedando la iconografía creada por Holbein como imagen representativa del monarca y repetida hasta el infinito.
Es su estampa imponente se destaca el Collar de Rubíes alrededor de su cuello y espaldas. No fue este el único retrato que Holbein realizó del soberano. En todos los retratos del joven pintor Enrique VIII está cargado de Rubíes. Estos Rubíes permanecen presentes en todas las copias y versiones que se realizaron posteriormente del monarca.
Eran famosos en las cortes europeas tanto el Collar de Rubíes del retrato de cuerpo entero del salón de Whitenhall como los enormes Rubíes engarzados en el pecho y las mangas del vestido de Enrique VIII en los otros retratos pintados por Holbein. No olvidemos que el Rubí era considerado en aquellos años mucho más valioso que el Diamante y por lo tanto símbolo rotundo de poder y riqueza – hasta el día de hoy el Rubí es una de las piedras preciosas más codiciadas en el mundo de las gemas .
Los famosos Rubíes de Enrique VIII
Enrique VIII se presentaba a sus audiencias exhibiendo y ostentando maravillosos Rubíes, de importantes dimensiones. El retrato de cuerpo entero que ha pasado a la historia muestra a un soberano como nunca había sido mostrado hasta el momento: sin cetro, espada o bastón de mando como era común en el Renacimiento pintar a los monarcas.
Por el contrario, vemos a un Enrique VIII mirando frontalmente al observador, con un guante y un puñal engarzado de gemas entre sus manos, con los pies separados en actitud de absoluto dominio de la escena y con su monumental Collar de Rubíes. Está además cargado de otras alhajas, como los pesados anillos en varios dedos, el sombrero recamado de Zafiros y los hilados de oro y ornamentos de perlas que cubren su ropaje.
Es una figura imponente y majestuosa, que habla del inteligente estudio de carácter del pintor.
Los cuadros de los monarcas eran reproducidos en grabados de madera, copiados en dibujos y servían para popularizar la figura del monarca, pero además debían de llegar a los otros monarcas europeos, como demostración de poder y solidez. “Que no os venga la idea de querer enfrentaros a alguien como yo” pareciera decir Enrique VIII desde su retrato. Y es justamente esa figura de Enrique VIII la que ha traspasado a través del tiempo.
En el siglo XVIII incluso se usaba en las familias nobles inglesas encargar retratos de los hijos disfrazados de Enrique VIII en la misma actitud y el mismo ropaje que se conocen del cuadro. Es famosa la pintura “Master Crewe” de Joshua Reynolds, donde se ve al niño en la exacta postura de Enrique VIIII y lógicamente no falta el famoso Collar de Rubíes!
Pero todo tiene su lado cómico o absurdo si se quiere. Fue varios siglos más tarde que la ciencia estuvo en condiciones de explicar al mundo que los famosos Rubíes de Enrique VIII, en realidad no eran Rubíes, ¡sino Espinelas!, de maravilloso color, de insuperable calidad, con una cristalización excelente… pero no eran Rubíes…