María Félix y su sensualidad agresiva
María Félix, María Bonita – Cuando ese caluroso día del año 1975 esa mujer entró en la casa de Cartier, el joven empleado se sintió como tocado por el resplandor ardiente de un volcán. Su belleza latina, de una sensualidad agresiva y a su vez abrasadora, era algo nunca visto ni sentido por él. No atinó a decir palabra alguna de bienvenida, por fortuna lo sacó del aprieto una empleada que se acercó velozmente diciendo: “Bienvenida, Madame Félix, un placer verla de nuevo en nuestra casa”.
Se trataba de María Félix, la famosa diva del cine mexicano que junto a Jorge Negrete, Pedro Almendariz y Dolores del Río, representa a las máximas figuras del cine latinoamericano de las década de 1940 y 1950. También fue considerada una de las mujeres más bellas del cine de su tiempo, y uno de los máximos mitos eróticos del cine de habla hispana.
La actriz venía con un pedido especial. Cual fue la sorpresa al ver lo que traía con ella: ¡un bebé cocodrilo en un frasco! Les pidió que replicaran el reptil en la misma escala de tamaño, pero usando solo sus piedras preciosas favoritas.
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Preferencia por joyas en forma de reptiles
No era la primera vez que María Félix hiciera un pedido a la famosa joyería. En 1968, encargó a Cartier París un collar de diamantes en forma de serpiente, ya que amaba a los reptiles. El resultado fue una serpiente completamente articulada hecha de platino y oro blanco con incrustaciones de 178.21 quilates de diamantes.
La actriz mejicana falleció el 8 de abril del 2002 (el mismo día de su cumpleaños). El hermoso físico de sus años exitosos hacía un excelente juego con su lengua afilada, pues “La Doña”, apodo con la que se la nombraba, no titubeaba a la hora de hablar con nadie. Ella mismo dijo de ser una mujer “enérgica, arrogante y mandona”. Es de las pocas mujeres que han pasado a la historia tanto por su personalidad e inolvidable estilo, como por sus frases: “Una mujer original no es aquella que no imita a nadie, sino aquella a la que nadie puede imitar”.
Desde su nacimiento, María de los Ángeles Félix Güereña, sonorense con sangre yaqui y vasca corriendo por sus venas, estaba destinada a la inmortalidad. La actriz, quien participó en más de 50 películas a lo largo de su vida, triunfó porque creó un personaje que veneraba el éxito por encima de todas las cosas. No dio ni un paso atrás en la construcción del mito. María Félix se codeaba con los grandes del mundo sin complejo alguno: de Cocteau a Octavio Paz, de Dalí a Buñuel, de Frida Kahlo a Diego Rivera.
La Doña fue vestida por diseñadores como Christian Dior, Givenchy, Yves Saint Laurent, Chanel y Balenciaga. La Casa de Hermès diseñó creaciones extravagantes solo para ella. Era una destacada coleccionista de antigüedades, y como su famosa colección de muebles del segundo Imperio francés. Este sabor único y delicado ciertamente se elevó al desafío; ella solo se rindió a los diamantes, el oro y los zafiros
Su personalidad arrolladora atrajo al mundo entero. Cuando rompió con Agustín Laraazt (célebre músico mexicano), dio la orden de que arrojaran las cosas del autor de “Aventurera” que habían quedado en su casa en el escenario donde actuaba… Se hizo un gran silencio mientras el “Flaco de Oro” levantaba sus pertenencias.
Lógicamente la casa Cartier accedió al curioso pedido de la “Doña” y creó una joya que sería famosa: En Cartier no hicieron una, sino dos copias del cocodrilo de Felix; uno contiene esmeraldas, el otro diamantes amarillos, y se pueden usar individualmente como broches, o se pueden unir para formar un collar. Los dos cuerpos de cocodrilo estaban hechos de 524.9 gramos de oro, uno cubierto con 1.023 diamantes amarillos, mientras que el otro estaba adornado con 1.060 esmeraldas de corte circular.
Desde la muerte de María Félix, estas piezas de joyería se han exhibido como parte de la colección The Art of Cartier en varios museos de todo el mundo.
Para rendir homenaje a la actriz, en 2006 Cartier debutó con su colección La Doña de Cartier y Monica Bellucci lució en el Festival de Cannes el famoso collar.
Un recuerdo eterno de María Félix
El empleado de Cartier, tampoco olvidará el momento en que María Félix se dirigió hacia la puerta de salida, desfilando con su figura en una cadencia que merecía la mejor música de fondo, rozando con sus dedos las vitrinas como proporcionándole un hechizo singular. Antes de salir se giró (solo faltaban los reflectores y la cámara) e, indicando al bebé cocodrilo, dijo con su acento latino : «es mejor que se apresuren porque crece rápido».