Salvador Dalí y las joyas: «Mi arte abarca no solamente la pintura, sino también la física, las matemáticas, la arquitectura, la ciencia nuclear, la psico-nuclear, la místico-nuclear y las joyas», escribió Dali en el 1959. De hecho el famoso pintor surrealista incursionó en distintos campos de la creación, pero sin dejar de ser él mismo.
Su incorregible carácter excéntrico, su ínfulas aristocráticas con facetas burlescas, o si se quiere resumir: su excesivo espíritu surrealista, están omnipresentes en todo los terrenos en que ha incursionado. No es sorprendente que una de sus herencias artísticas más singulares sean las joyas.
«Mi objetivo es mostrar el arte del joyero en la verdadera perspectiva – donde el diseño y la artesanía deben ser valorados por encima del valor material de las gemas, como en los tiempos del Renacimiento«, declaró.
Además del diseño de las formas de las joyas, Salvador Dalí también era personalmente responsable de la selección de los materiales. Las piedras y los metales preciosos eran elegidos no sólo en términos de su color o su valor, sino también el significado y connotaciones simbólicas.
Dalí crea un mundo que nos recuerda sus pinturas, con su carga onírica y simbólica. Una iconografía extraída de sus sueños y de los laberintos de su inconsciente.
Oro, platino, piedras preciosas (diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas, aguamarinas, topacios, etc.), perlas, corales y diversos materiales nobles se combinan para formar el mayor número de corazones, labios, ojos, motivos vegetales y animales, símbolos, formas religiosas, mitológicas y antropomórficos.
Dalí realizaba bocetos previos con detalles precisos donde no solo diseñaba la forma sino que incluía indicaciones sobre los materiales y el color. El orfebre argentino Carlos Alemany, residente en New York, era el encargado de hacer realidad los deseos del artista.
Entre los años 40 y 70 del siglo pasado, el famoso pintor llegó a crear un total de 39 piezas. Una de ellas, como ejemplo de especial imaginación, es El Corazón Real. Hecha de oro, rubíes, esmeraldas y diamantes incrustados, además de imitar el latido de un corazón gracias a un mecanismo a motor que mueve su estructura.
Los nombres que llevan las joyas son sumamente sugestivos, basta citar algunos ejemplos: El Ojo del Tiempo (1949), El Corazón Real (1953), El Elefante del Espacio (1961) o La Persistencia de la Memoria (1949) (la versión en oro y diamantes del famoso cuadro del pintor en 1931).
La famosa diseñadora y gran admiradora de los surrealistas Elsa Schiaparelli encargó a Dalí el diseño de algunas joyas, entre ellas un broche en forma de corazón goteando sangre de Rubí y Diamante.
En Octubre de este año se inaugurará en el Museo Dalí de Florida una exposición sobre la estrecha colaboración del artista de Figueres y la dicha conocida modista de alta costura en los años 20 y 30 del siglo pasado.
En 1941, 22 de las joyas diseñadas por Dalí fueron adquiridas por el millonario Cummins Catherwood; en 1958, la colección pasó a ser propiedad de la fundación The Owen Cheatham Foundation, dedicada a prestar las joyas a diferentes instituciones y organismos a fin de que estos consiguieran fondos con su exhibición. El lote finalmente llegó al Virginia Museum of Fine Arts de Richmond. Tiempo después, en la década de los 70, las joyas se expusieron en el Teatro-Museo Dalí de Figueres, donde acudió Dalí. Tras pertenecer a otro acaudalado saudita y varios japoneses, la colección fue finalmente vendida a la Fundación Gala-Salvador Dalí, en 1999.
Igual cual eran las intenciones del artista, hoy en día las joyas se cotizan en el mercado tanto como sus cuadros.