En el siglo XVII las formas y los diseños de las joyas vivenciaron un cambio importante. Si bien durante el renacimiento la orfebrería había alcanzado el estatus de Arte, gracias al grande Cellini y sus contemporáneos, es durante el siglo XVII, en pleno apogeo del barroco que se imponen las formas de pájaros, plantas, lazos y guirnaldas, en metales preciosos y con gran despliegue de gemas, alejándose de la representación del cuerpo humano y las figuras simétricas.
Luis XIV – Un Rey apasionado de joyas
Durante el reinado de Luis XIV, en Francia, la orfebrería cobró un rol de gran importancia. En tanto el soberano era un apasionado de joyas y piedras preciosas de colores. Cada encuentro diplomático, cada presentación al público del monarca implicaba un despliegue de vestuario y maquillaje acompañados ¡por una cantidad de alhajas que a veces superaban el kilo en peso! Os imagináis los problemas para moverse teniendo gracia y encanto con más de un kilo de alhajas distribuido por el cuerpo?
El trabajo de talla de piedras preciosas había conseguido un espléndido nivel que permitía obtener mucho más de cada cristal ejecutando diversas facetas y de esta manera rubíes, zafiros, esmeraldas y espinelas centellaban desde sus engarces cada vez más elaborados. El amor de Luis XIV por la joyería impulsó a los orfebres a competir entre ellos en formas y dibujos para ornamentar al rey. El más conocido entre ellos es Gilles Légeré, joyero real, quién inicia con sus diseños lo que luego se conocerá como estilo “rococó” en orfebrería. Légeré se avoca a un despliegue de diminutos detalles entrelazados unos con otros que hacen de cada ejemplar dibujado un desafío a la hora de realizarlo.
El Sol en Versalles
Y todos los integrantes de la corte de Versalles se volcaron con furor a la nueva moda en joyería, ya que para tener presencia en semejante conglomerado de duques, condes, marqueses y barones había que llamar la atención, y que mejor que con una joya inusual, con piedras preciosas de grandes dimensiones y fuerte brillantez. Luis XIV era conocido en toda Europa como el “Rey Sol” y para llamar la atención del monarca muchos de sus nobles súbditos, – y sobre todo de las nobles señoras de la corte – encargaron a sus orfebres joyas con formas de sol.
Al inicio se diseñaron diferentes objetos en oro con soles labrados pero luego se pasó a diseños más elaborados. Es así como llega el momento de gloria de una piedra preciosa de características estupendas: el Citrino con su nítido color amarillo. El Citrino es una piedra preciosa que muestra perfecta claridad, buena brillantez y se consigue en considerables dimensiones. La piedra perfecta para interpretar el sol acompañada por otras piedras preciosas amarillas más pequeñas colocadas en los rayos. Es así como en el siglo XVII Versalles se inundó de colgantes, aretes, anillos, pulseras, relojes y hebillas que contienen soles de todas las formas posibles con resplandecientes Citrinos en todos ellos.
Amarillo, el color de la alegría
Se dice que el amarillo es el color de la felicidad, viene asociado con la luz del sol, que estimula las células que nos producen bienestar. No en vano, el Citrino es considerado la piedra de la alegría por excelencia. Sus maravillosos colores amarillos pueden llegar a tener una intensa tonalidad naranja como en el caso del Citrino Mandarino o rojiza como en el caso del Citrino Madeira o mostrar reflejos que tienden al verde como es el caso del Citrino Limón. En todas sus variedades se trata de una piedra de intensa belleza y gran vistosidad. Variadas son las piedras preciosas de tonalidad amarilla, por ejemplo: el Zafiro amarillo, de gran brillantez, el Heliodoro que es la variedad amarilla del berilo, el Topacio Imperial que cuenta con estupendos reflejos dorados y una gema nueva en el mercado de las piedras preciosas, que aparece recientemente a la venta en las colecciones de Juwelo y que se llama Amatista Solar, de color amarillo oro y con fascinantes reflejos de luz al interno de su estructura. Sin duda el amarillo es un color que sobrevive a las modas y a las tendencias: el color de la alegría es atemporal!