¿Habéis oído hablar del famoso diamante “El Estanque”? Se trataba de un diamante de absoluta transparencia y contaba con un peso de 100 quilates.
Fue el rey Felipe II de España quién adquirió el diamante en bruto en Amberes, y pagó por él 80.000 escudos. En España lo hizo tallar, no se tiene certeza si en Madrid o en Sevilla. El resultado fue una piedra preciosa en forma de cuadrado o tabla, maravillosamente trabajada, y a causa de su transparencia absoluta, su tono azul acerado y su forma se le denominó “El Estanque”.
Una joya legendaria
El diamante fue engarzado en una joya que pasó a ser legendaria, no solo por la presencia de dicha gema sino por estar acompañado por una de las más famosas perlas de las que se tenga noticias: la “Perla Peregrina”, también adquirida por Felipe II – ¡hay que reconocer que el hombre tenía buen gusto!- Una perla en forma de gota, de importantes dimensiones y extraordinaria belleza debido a sus inquietantes tonalidades de rosa. El diamante fue engarzado en un gran broche labrado en oro de 20 quilates a modo de marco, con cartones recortados, representando figuras de frutas y vegetales y esmaltado de colores. Y la “Perla Peregrina” colgaba del marco completando la majestuosidad del broche. La joya pasó a ser conocida como “Joyel de los Austrias” aludiendo a la dinastía de los Habsburgo, a la cual pertenecía Felipe II.
Ese fue el presente de bodas de Felipe II a su tercera esposa, la Princesa Isabel de Valois, pero sabemos, gracias a un famoso retrato, que esta joya ya la había usado su esposa anterior, María Tudor, reina de Inglaterra.
De todas maneras el broche fue conocido como una de las piezas más valiosas de la colección de joyas de la corona española. Y hoy podemos maravillarnos observando la belleza del broche solamente en pinturas de retratos con diferentes soberanas que lo lucen en el pecho:
Por ejemplo: María Tudor, Ana de Austria, Margarita de Austria e Isabel de Borbón.
Usurpado y perdido para siempre
Fue a la llegada al poder de José Bonaparte en España que el destino del broche cambia de rumbo. La aventura francesa en España duró poco y José Bonaparte debió huir del país. Se llevó consigo gran parte de las joyas de la corona española, entre ellas, el famoso “Joyel de los Austrias”. Milagrosamente no se perdió la “Perla Peregrina” aunque esta no volvió a la colección de joyas de la corona española. En 1969 la “Perla Peregrina” sale a subasta y el actor Richard Burton la adquiere por 37.000 dólares y así termina la perla en la colección de joyas de Liz Taylor. Pero del maravilloso “Estanque” se perdió definitivamente todo rastro. Luego de innumerables ventas, empeños y cambios de mano terminó por ser retallado para no ser reconocido y reclamado por la monarquía española. Se dice que parte de las piezas cortadas se encontraban en la colección de alhajas de la familia imperial rusa, los Romanov, algo que ya no es posible afirmar a ciencia cierta debido a la devastación del tesoro imperial de Rusia durante y después de la Revolución Bolchevique. ¡Pensar en “El Estanque” de 100 quilates tallado y distribuido en joyas diferentes me produce vértigo!
La fascinación del azul
Es uno de los colores más amados en piedras preciosas. Un diamante azul es lógicamente algo especial, pero la variedad de bellas gemas en este color es bastante vasta.
Entre las de color azul-celeste se encuentra la Aguamarina, gema de gran transparencia y rodeada de leyendas, de las que hablaré en otra oportunidad. Los Topacios muestran espléndidos colores de azul en diversas graduaciones, el Topacio Azul Suizo, por ejemplo con intenso azul cielo o su compañero algo más oscuro el Topacio Azul Londres. Una piedra preciosa codiciada y de enorme auge es la Tanzanita, de azul profundo y maravillosos reflejos violetas como también la Cianita cuyas variedades encontradas en Tíbet son comparables con el gran clásico de las gemas azules: el Zafiro Azul de Cachemira. Por lo tanto, piedras preciosas de color azul no faltan, al contrario, nos encontramos en la difícil tarea de deber escoger y no saber por cual decidirnos.